La posibilidad de lograr grandes ejemplares mueve a los aficionados a pescar lucios en invierno

El bajo caudal que, a lo largo de todo el invierno han mantenido los ríos, no ha favorecido la pesca del lucio que con las crecidas suele concentrarse en los mangones donde es más fácil de localizar y capturar. La pesca del lucio se practica durante todo el año, pero en los meses de invierno, cuando la veda de la trucha permanece cerrada, son muchos los aficionados que centran su afición en este voraz depredador. En León, además de todas las aguas no declaradas trucheras, se pueden pescar lucios en los cursos bajos del Esla y del Órbigo, en la zona baja del Tuerto y en el balsón de Santa Marina, por debajo del coto de Sardonedo.

Hace algunos años resultaba sencillo conseguir grandes ejemplares, pues la abundancia de lucios era espectacular. En la actualidad la densidad ha bajado considerablemente. No obstante, en esta temporada, se están consiguiendo buenos ejemplares especialmente en el Esla por debajo de Valencia de D. Juan hasta el límite de la provincia de Zamora.

Parece que la abundancia de alburnos, otra especie invasora de talla pequeña y que está considerada como pez pasto, ha tenido bastante que ver en la recuperación del «tiburón de río». Los alburnos se reproducen de forma extraordinaria y suelen encontrarse en cardúmenes, siendo presa fácil especialmente para los lucios de tamaño pequeño o mediano.

Durante el invierno, cuando la temperatura del agua baja considerablemente, el lucio pierde actividad. Tampoco sus presas habituales abundan en esta época. En los días soleados y con fuertes heladas nocturnas suelen mostrarse mas activos con la caída de la tarde, un poco antes de la puesta del sol, pues al oscurecer `pierden de nuevo la actividad. En los días nublados o lluviosos son más fáciles de conseguir los grandes ejemplares. Las hembras, mucho mayores que los machos, se están preparando ahora para la reproducción que se producirá a finales de febrero o marzo. En esta época comienzan a situarse en las mangas y aguas remansadas y profundas, cerca de la vegetación en la que, en su momento, situarán la abundante puesta. Hasta que comienza la época del celo no desdeñan un señuelo bien presentado en sus momentos de actividad. Curiosamente uno de los mejores señuelos que pueden utilizarse en esta época son las imitaciones de los propios lucios, mejor en vinilo que en rapala, pues las grandes hembras no dudan en atacar a los machos que acuden al cortejo .

La posibilidad de conseguir grandes ejemplares mueve a los aficionados a pescar lucios en invierno. Para conseguir un gran lucio, dado que no se permite la pesca con pez vivo, es preciso utilizar señuelos de buen tamaño y que profundicen bien, ya que las aguas más templadas son las mas profundas. Debe trabajarse con pequeños tirones que imiten a un pez herido o enfermo, batiendo cuidadosamente todas las zonas, pues un ataque lejano no se producirá en invierno. Tampoco el lucio picará en superficie ya que este tipo de ataques requiere un esfuerzo excesivo y es una pena, pues las picadas a ras de agua son, sin duda, las mas espectaculares y emocionantes.

Un vez que comience el celo será muy difícil conseguir un gran ejemplar, pues las hembras pierden totalmente la voracidad dedicadas a la reproducción. Si que será factible conseguir algún macho, bastante mas pequeños, que suelen acompañar a las hembras en su cortejo, y que atacarán mas por territorialidad que por voracidad. Superada la época de reproducción el lucio entrará en una fase de gran actividad para recuperarse del desgaste producido en la fase reproductiva, por lo que marzo y abril suelen ser magníficos meses para pescar el lucio. La bonanza del invierno que venimos padeciendo, con temperaturas casi primaverales, ha adelantado la época de reproducción, de forma que por estas fechas de finales de febrero ya se ven los grandes ejemplares en sus zonas de puesta. Incluso algunas hembras han soltado ya su voluminosa carga de huevas que, en ocasiones, puede repr esentar hasta un tercio de su peso.